viernes, 27 de abril de 2012

RATONCITO PÉREZ

¿Os acordáis de niños la emoción que teníamos cuando se nos caía un diente? Yo me acuerdo de pequeña, cuando se me movía un diente corría a enseñárselo a mis padres emocionada, con un poquito de miedo por el dolor de la caída y muchos nervios al pensar que en pocos días, cuando se me cayera definitivamente el diente, recibiría la visita del Ratoncito Pérez. Los ojos de mis padres brillaban ante la evidencia del paso del tiempo y el pensar que no siempre iba a ser una niña, que estaba creciendo demasiado deprisa. Siempre era el mismo ritual, ir pronto a la cama (cuanto antes me duerma, antes vendrá ¿no?), poner el diente cuidadosamente en una cajita debajo de la almohada, preparar un vasito de leche por si el Sr. Pérez tiene hambre, y cerrar los ojos esperando que la noche pase rápido. 







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